Se me olvido deciros que alguien termino el otro día con esta lindeza: “Creo para entender y entiendo para creer”, no se a quien se lo copiaría, pero me viene bien para recordaros que seguimos con la primera parte del Catecismo que afirma que si buscamos a Dios, podemos encontrar razones, certezas de su existencia a través de la belleza del mundo y de la persona humana, pero para ello necesitamos la luz de la revelación de Dios.
Todos abrimos más las orejas cuando llegamos al punto de “¿Cómo hablar de Dios?”Ya que esa pregunta fue la que nos impulsó a profundizar en el Catecismo, dice que partiendo de las perfecciones humanas, podemos llegar a su Autor, aunque conscientes de las limitaciones de nuestro conocer y obrar.
Nosotros añadimos, que nos atrevemos a hablar de Dios, no porque nos sabemos capacitados, ni mucho menos porque vivamos lo que decimos de El a la perfección, sino porque El nos envía; Porque ha sido gracias a otros que nos acompañaron hasta El, como lo conocimos; Porque El se compromete con nosotros a hacernos capaces y nos sopla lo que tenemos que decir ¿que más queremos?
Porque nos duele que andemos como diluidos por no conocer a Dios, como dice el número 49, nos decidimos a llevar la luz de Dios a quienes no le conocen o le rechazan, impulsados por su amor.
¡Adiós!
Nosotros añadimos, que nos atrevemos a hablar de Dios, no porque nos sabemos capacitados, ni mucho menos porque vivamos lo que decimos de El a la perfección, sino porque El nos envía; Porque ha sido gracias a otros que nos acompañaron hasta El, como lo conocimos; Porque El se compromete con nosotros a hacernos capaces y nos sopla lo que tenemos que decir ¿que más queremos?
Porque nos duele que andemos como diluidos por no conocer a Dios, como dice el número 49, nos decidimos a llevar la luz de Dios a quienes no le conocen o le rechazan, impulsados por su amor.
¡Adiós!
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